Carl McColman, St. Thomas More, Decatur
Este año, mi esposa Fran y yo comenzamos nuestro tercer año como directores del RICA en nuestra parroquia. Todavía nos parece algo «nuevo» y continuamos sintiéndonos humildes ante la enorme responsabilidad que esto significa. Nos damos cuenta de que debemos confiar continuamente en la gracia y la guía de Dios, lo que, en contrapeso, parece ser algo bueno.
Ambos somos católicos del RICA. Ingresamos a la Iglesia en la mediana edad después de haber sido criados como protestantes y luego pasar muchos años explorando diversas formas de espiritualidad de la Nueva Era. Para nosotros, el RICA significaba regresar al cristianismo, pero también era adoptar una nueva forma de ser cristianos, como católicos. Durante nuestras clases del RICA aprendimos muchísimo, y después de confirmarnos nos dimos cuenta rápidamente que todavía teníamos mucho que aprender.
Doce años después, cuando el P. Mark, nuestro párroco, nos pidió que consideremos asumir la tarea de dirigir el RICA en nuestra parroquia, nos sentimos al mismo tiempo honrados, emocionados e intimidados. Aunque fuimos bendecidos con un maravilloso equipo que nos ayudó con la catequesis, el reclutamiento y la formación de los padrinos, y la hospitalidad, aún teníamos mucho que aprender.
Para hacer las cosas aún más interesantes, el P. Mark nos pidió que limitáramos la Vigilia Pascual a aquellos que recibían los tres sacramentos de iniciación. Las confirmaciones de los candidatos que ya estaban bautizados tendrían lugar en otras ocasiones. Esa simple solicitud nos inspiró a aprender todo lo que pudiéramos sobre el RICA. Cuanto más aprendíamos, más entendíamos que, en el fondo, el RICA está destinado a ser un recorrido de fe, y que ese viaje es único para cada persona.
¿Cómo podemos, como directores del RICA, equilibrar las necesidades de todas las personas que acuden a nosotros buscando aprender (y posiblemente ingresar) a la Iglesia Católica? En nuestro primer año, tuvimos una persona con una maestría en teología, otra que había asistido a una escuela secundaria católica (como protestante) y otras que casi no tenían conocimiento ni siquiera sobre las enseñanzas más básicas del cristianismo, incluyendo a una mujer musulmana quien, tras casarse con un católico, ahora estaba explorando lo que significaría seguir a Jesús, no solo como un profeta, sino como el Señor. ¿Cómo puede un solo programa del RICA satisfacer las necesidades de personas con tantas formaciones diferentes?
Nos dimos cuenta de que nuestro programa debía ser mucho más que una simple «clase de catolicismo». Naturalmente, introducir a nuestros candidatos y catecúmenos a las doctrinas, los preceptos, los sacramentos y la espiritualidad del catolicismo es esencial para el RICA, pero igual de importante, y posiblemente aún más, es crear un ambiente seguro y acogedor donde cada estudiante pueda reflexionar sobre lo que significa para ellos la fe y la práctica católica, y cómo las riquezas del catolicismo pueden apoyar su propio camino de fe.
Para hacer bien esto, necesitábamos que nuestro programa combinara elementos no solo de instrucción religiosa, sino también de dirección espiritual grupal, intercambio personal de fe, oración en silencio y en voz alta, y sugerencias para llevar un diario, todo lo cual apunta a estas preguntas generales: ¿Cómo está trabajando Dios en tu vida? ¿Cómo pueden los tesoros de la tradición católica apoyarte en tu continuo recorrido de fe?
Después de nuestro primer año, también empezamos a ver que el RICA realmente necesita ser un programa de todo el año en la parroquia. Esto es todavía un trabajo en progreso, pero para el próximo verano nuestro objetivo es haber completado nuestra transición a un programa de todo el año. Eso significa que: 1) Podremos aceptar nuevos solicitantes de forma continua, 2) los catecúmenos deberán completar un año de catequesis antes de ser bautizados y 3) los candidatos se prepararán individualmente para recibir el sacramento de la confirmación en el contexto de una misa dominical, cuando discernamos juntos que están listos para dar ese paso.
Incluso al implementar el RICA durante todo el año, podemos ver otras formas en que esperamos que el programa evolucione en nuestra parroquia. Queremos que todos reconozcan que, en el corazón del RICA, hay una invitación a integrarse e involucrarse en la vida parroquial. Enfatizamos que asistir a la misa y participar en la despedida y la reflexión semanal sobre el leccionario es tan importante para el viaje del RICA como la participación en las clases del mismo. Todavía estamos reflexionando sobre cómo apoyar mejor a los padrinos. Consideramos que la relación del padrino es verdaderamente central para la experiencia del RICA, por lo que esperamos equipar a nuestros padrinos con las herramientas necesarias para ser verdaderos compañeros de discernimiento, ya que sus «aspirantes» se reflejan en su camino de fe y su interés en el catolicismo.
Después de solo dos años, Fran y yo hemos aprendido mucho. Vemos cada vez más al RICA como un ministerio de acogida, de dar la bienvenida a los solicitantes y a los estudiantes con un sentido de alegría y respeto. Reconocemos que incluso aquellos que deciden no recibir los sacramentos en este momento, todavía pueden ser bendecidos por el programa del RICA, por lo que nuestro enfoque principal no es «hacer que la gente sea católica» sino «apoyar a todos en su caminar con Cristo». Sobre todo, intentamos no perder de vista el hecho de que es Dios quien llama a las personas a la Iglesia y el Espíritu Santo quien los guía en su camino. Nuestra labor, por lo tanto, es simplemente ser servidores humildes de un proceso que en el fondo es el llamado del amor en las vidas de los hombres y las mujeres a quienes servimos, ¡lo cual es un gran privilegio!